Educar: retos y algunas alternativas docentes ante la pandemia (1a parte)
Marco Esteban Mendoza Rodríguez
A principios de 2020, a través de las noticias, fuimos conociendo los efectos de una nueva pandemia, bautizada como coronavirus. De un país a otro y de continente a continente los efectos del COVID 19 se fueron extendiendo hasta llegar a México. El impacto que tendría en nuestras vidas, escuelas y práctica docente eran impredecibles. Un 23 de marzo se suspendió la asistencia a las instituciones escolares y durante ya un largo periodo nos encontramos con un nuevo panorama.
Los primeros días…
El anuncio de la suspensión de clases fue anticipado una semana antes. En varios países europeos las consecuencias de la enfermedad provocaban estragos y previendo la situación, en México se planteó entrar en periodo de confinamiento. Una semana se tenía para preparar materiales y actividades para realizar en casa durante 10 días hábiles. Aunque el anuncio preveía regresar al término del periodo vacacional, las fechas se fueron modificando.
Dos semanas iniciales y cada docente fue probando o descubriendo los medios para tener contacto con sus estudiantes: desde el teléfono hasta el empleo de internet y las redes sociales. Ahondar en la tecnología ha sido un aprendizaje acelerado y ha llevado a consultar a los jóvenes de las familias, amistades o incluso en tutoriales.
Mientras las recomendaciones para enfrentar la situación iban en aumento. Una frase se hizo popular y sintetiza la consigna para evitar el contagio. “Quédate en casa”. La recomendación tiene sentido: un alto porcentaje de contagiados llegan a perecer. Un buen amigo mío, Carlos Lomas, enunciaba con una frase su sentir ante la pérdida de colegas: “tiempos malditos”.
Aun con sus limitantes, entre docentes la consigna ha permeado. La mayoría ha mantenido el encierro y se abandona el hogar para cuestiones esenciales como la compra de víveres. En esas salidas se ha constatado que a pesar de los esfuerzos, hay muchas personas en calles. En colonias populares, el comercio sigue presente. Los contrastes sociales han salido a relucir. La necesidad de conseguir el sustento día a día se refleja en el actuar de cada quien. Y muchas de las familias de las comunidades se enfrentan a una realidad en donde la protección personal se sacrifica por la necesidad de comer. En otras, grandes consorcios han desestimado los llamados al cierre y han obligado a los trabajadores a laborar. Aunado a ello nos enfrentamos a tres viejas pandemias: la ignorancia, la desesperanza y el capitalismo.
Después de un mes
Y el término del periodo vacacional llegó a su fin, acompañado de la extensión de fechas: del 21 de abril a principios de mayo, después al 1 de junio y ahora hay planteamientos que indican que hasta agosto.
El alargamiento de esta situación llevó a docentes a buscar canales de comunicación con sus estudiantes. Aunque de manera inicial la Secretaría de Educación Pública desarrolló proyectos como “Aprende en casa” o estableció acuerdos con plataformas digitales para ofrecer herramientas para la enseñanza, han sido las maestras y maestros los que han llevado la tarea de continuar con las actividades educativas. No sólo por un asunto laboral, también por un compromiso humano y profesional.
De poco a poco el mundo de la tecnología ha ocupado un lugar importante en la comunicación con estudiantes y familias. Aunque la presencia del contacto cara a cara no ha estado exento, en especial en comunidades rurales o semiurbanas.
Novedades como las clases en línea, en correo, en el chat, en redes sociales, teléfonos, audios, videos inundan el mundo de la docencia. Es común observar que las clases, el mundo de las aulas, se lleven a casa y se trasformen en espacios virtuales. Entrar al ámbito familiar, desde los medios tecnológicos, desnuda las difíciles condiciones de nuestras niñas y niños.
El aula en la casa: los contrastes pedagógicos
El espacio virtual se ha convertido en el escenario de las preocupaciones y contrastes pedagógicos. Aunque poco a poco las prácticas educativas han cambiado, siguen presentes algunas que reflejan una escuela tradicional que se niegan abandonar las aulas. El mecanicismo, las copias, el verbalismo, el excesivo empleo del libro del texto; aunado al autoritarismo, sigue presente. Agregamos visiones de directivos que tienen una perspectiva burocrática, donde el cumplimiento de la norma es esencial más que el desarrollo de procesos reflexivos.
Así, en muchos casos los estudiantes recibieron un aluvión de actividades diseñadas por los docentes. En algunas, por indicaciones oficiales, en otras por las ideas y tradiciones arraigadas entre maestras y maestros. El aislamiento se vinculó a la realización de tareas escolares por los estudiantes; muchas de ellas enfocadas al cumplimiento de los programas, al llenado de los libros de texto o a elaborar ejercicios de manera mecánica.
Aunque no todo ha sido así. Otras formas de entender la formación de los estudiantes están presentes también.
Un paréntesis
Un parteaguas resultó la exposición realizada por el pedagogo italiano Francesco Tonucci. El 25 de abril, a través de una video conferencia, se presentó ante un público de alrededor de 75 mil docentes de diferentes países, en especial de habla hispana.
“Por una buena escuela en tiempos de coronavirus” fue el sugerente título. El tema abordado es una de las inquietudes docentes de estos tiempos. ¿Cómo responde la escuela y docentes a la situación de la suspensión presencial?
Tonucci, con sencillez planteó once posibilidades didácticas: La casa como laboratorio de aprendizaje, la cocina como taller de ciencias, construir la historia de la familia, elaborar un diario, geometría a través de diseñar el mapa de la casa, la lectura en voz alta, crear una película a través del empleo de los medios digitales, el periódico de clase, la correspondencia, ciencias naturales al cuidar una planta de su casa o sembrar una nueva, y el arte casero con diferentes formas de expresión artística: cantar, bailar, dibujar.
La postura de Tonucci enfatiza el reconocer los aprendizajes que se generan en casa y que éstos sean punto de partida de las actividades escolares que propongan los docentes. No es trasladar la escuela autoritaria a la casa, es retomar los saberes y prácticas del hogar como punto de partida de las propuestas educativas.
Del día del infante al día del maestro
Casi en todas las escuelas del país, el 30 de abril es un día singular. La rutina escolar se trastoca con los festejos que organizan las maestras y maestros a sus estudiantes. Es un día en donde la creatividad para festejar está presente: dulceros, payasos, ferias, música, baile, juegos, comida, pasteles, piñatas, regalos, palabras motivantes, presentaciones teatrales, lectura de cuentos, cuentacuentos y muchas actividades más.
Este 2020 no sería así. Haría falta estar en la escuela. Otra vez la imaginación docente salió a relucir: y entonces cientos, tal vez miles, de videos, teleconferencias, correos o mensajes del celular se hicieron presentes en este día. Docentes en disfraces que iban desde el típico payaso hasta personajes populares del mundo infantil; docentes que habilitan un pequeño espacio de sus casa para ambientar la fiesta; docentes hábiles para presentar una canción, un bailable, una poesía o una alocución por el día del infante; palabras escritas desde el corazón o aunque sea un video o memes alusivos al día. Ni el coronavirus impidió festejar a los infantes en su día y brindó un respiro al encierro, al alejamiento obligado.
De manera similar el día de las madres, el 10 de mayo, estuvo presente en las acciones docentes. Y de ahí al día de la maestra y el maestro. Van de regreso, por los mismos medios en que se contactaron, los mensajes de reconocimiento.
Las palabras se multiplican. Los festejos también se hacen patentes. Las niñas, niños y jóvenes envían notas, videos, fotos, memes y hasta regalos por paquetería. Es un día que no pasa desapercibido. Es además un momento para que los mismos docentes escriban, a través de las redes, su sentir sobre su historia y práctica.
En tanto, las calles aledañas a la escuela, permanecieron mudas ese día. Un poema del maestro Miguel Ángel Cruz ilustra con claridad una estampa de nuestras escuelas, abandonadas por el confinamiento:
Día del maestro
Pizarrones mudos, sin tiempo,
pizarrones sin polvo de tiza acumulada,
pizarrones sin manchas de tinta recientes,
escritorios vacíos, sillas solitarias,
paredes tristes, melancólicas,
salones fríos, pasillos sin murmullos,
patios sin voces estridentes.
Escuelas sin alma:
Sin alumnos, sin maestros, sin pensamientos.
La imagen poética de Miguel nos sirve para un primer corte. ¿Cómo viven l@s docentes de manera directa? La segunda parte la compartiremos presentando los testimonios y diez necesidades que se deben atender.
Comentarios
Publicar un comentario